sábado, 27 de marzo de 2010

CEREZAS Y CHAMPAGNE

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En una reunión, unos amigos, me presentaron un caballero, de esos hombres de aspecto imperturbable, se lo veía muy serio y formal, dialogamos un rato y en la medida que iba tratándolo, había algo en él que me empezaba a gustar, me atraía su caballerosidad, cultura e inteligencia, un hombre de mundo, con ese aditivo que le da la experiencia, no era lindo, pero en verdad tenia algo. Después de la reunión se ofreció gentilmente a llevarme, en el camino, me pregunta si aceptaría beber una copa de champagne en su barco, que lo tenía en el Náutico de San Isidro, acepte su invitación. Serian aproximadamente las dos de la madrugada cuando llegamos a su yate, lujosamente equipado, puso música, trajo cerezas y descorcho una botella de champagne Pomeri, a poco de estar allí comencé a notar que me miraba de un modo diferente, sentía que me acariciaba con la mirada, creo que fue el momento exacto en que empezamos a seducirnos, en un momento me toma de las manos y me las besa, diciéndome cuan hermosa era y cuanto lo erotizaba, se me acerco, aun más, y empezó a besarme y acariciarme, lentamente me quito el vestido, yo no usaba ropa interior, así que me quede con las medias y el portaligas, esa imagen lo enloqueció. Me senté encima de él y mientras lo besaba y acariciaba, le iba quitando la ropa, hasta dejarlo totalmente desnudo, lo puse boca abajo, rocíe su espalda con champagne, para sorberlo al tiempo que lamía esa espalda tan perfecta, así fui recorriendo toda esa anatomía tan varonil, separe suavemente sus glúteos para hundir la lengua en su túnel, lo sentía gemir mientras su cuerpo se humedecía, por tanto placer, se dio vuelta, me sentó sobre la barra del pequeño bar, tomo la botella de champagne y la volcó desde mis cerros, para beberlo de mi portal, mientras sorbía mi miel, tomo las cerezas y empezó a ponerlas de a una en mi bello jade, para comerlas, retirándolas con la punta de la lengua, provocándome las explosiones mas hermosas, mi locura era incontenible, puse un sorbo de champagne en mi boca y atraje su cara hacia mi, para dárselo a beber y fundirnos en un beso profundo y pasional. Me acostó sobre la barra para subirse y cabalgarme, como un jinete loco y desesperado, arrancándome todas las explosiones que quiso, me dio vuelta, entro en mi túnel, aferrándose de mis cabello, para derramarme toda su savia, en medio de gritos y gemidos, hasta quedar exhausto sobre mi espalda, entre una lluvia de caricias y besos.

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